− Sir Arthur McGregor –comenzó-, había requerido de mis servicios hace diez días. Estaba preocupado, pues acababa de descubrir que su hijo mayor Edward estaba llevando algún tipo de negocio paralelo que le estaba ocultando. Usaba para ello el almacén de Pennington Street y un Clipper, el “Roland”, que nadie le acierta a decir dónde se encuentra desde hace varios meses.
> Como puede comprender, resulta imposible ocultar un barco de cinco velas y doscientos doce pies de eslora, por lo tanto era evidente que se encontraba recogiendo su carga lejos de Londres.
> El almacén está dirigido por un joven fiyiano de nombre Turi –dijo enseñándome una foto.

Asentí y Holmes prosiguió.
− El resto de operarios desconoce qué están haciendo, pero son peones necesarios en esta partida pues cargan y descargan el material.
> Llega la noche de hace cinco días en la que el Clipper tiene previsto su llegada al London Docks, pero la carga del barco es algo que hay que ocultar y organizan un robo en el Museo Británico como maniobra de distracción para poder descargar el barco en días siguientes sin ser descubiertos. ¿Cómo sino, se iba a explicar que, de su amplísima colección, tan solo se llevaran una figura que pretende ser una sirena, y cuya procedencia es curiosamente la misma que la de nuestro jefe de almacén?
> Pero hay alguien que desbarata los planes de los contrabandistas, el propio Arthur McGregor. Alguien todavía fiel dentro de la organización le avisa de la presencia del Clipper cerca de Londres y le indica que se presente en el almacén para descubrir en qué tipo de negocios se encontraba metido su primogénito.
La explicación de Holmes rellenaba todos los huecos de aquello que había visto e informaba de la otra parte de la investigación que desconocía.
− Parece que a Edward no le sentó bien que su padre metiera la nariz en sus asuntos, o que el propio Turi le sorprendiera espiando en el almacén. De uno u otro modo, Sir Arthur muere bajo el ataque de una bestia que le propina innumerables cortes por todo el cuerpo, acabando con su vida seccionándole las venas del cuello.
> Dan parte a Scotland Yard de la muerte de McGregor, y organizan un funeral consiguiendo así apariencia de normalidad. En el almacén tuve ocasión de conocer a Edward y a Turi, pero eso también me expuso a su conocimiento. En cuanto salí de allí, noté como un par de tipos me seguían. Por ese motivo, decidí que lo más seguro era no ponerle en peligro volviendo a nuestro domicilio. Se trata de un grupo de gente muy peligrosa, Watson.

Lo que no saben es que en el bolsillo interior del dinner jacket de Sir Arthur encontré una llave junto con una nota que decía “Ven a las 8.00”, lo cual puede ser una prueba –Holmes tendió la mano y mostró una llave delgada, con una empuñadura angulosa, pero por lo demás bastante corriente.


La situación descrita por mi amigo era un motivo de peso para que no hubiera dado señales de vida en todo este tiempo. Aun así, me quedaban varias cosas por comprender.
− Creo que la muerte de Arthur no fue premeditada –continuó- , pues habían organizado el robo en el Museo como distracción. Pero ocurre y tienen que parar el desembarco. Después, las mareas de estos tres últimos días han evitado que se produjera el amarre del Clipper. Sin embargo, mis informantes del muelle me dicen que a última hora de la tarde está prevista la llegada de un gran velero.
> La duda que me surge ahora es doble. Por un lado, se trata de un grupo criminal peligroso por lo que podríamos hablar con el Inspector Lestrade y contarle lo ocurrido. La ayuda de varios agentes puede ser crucial para poder acabar con éxito y detener a todo el grupo. Empero, corremos el riesgo de que la banda descubra a nuestros agentes y aplacen sus planes. Por otro lado, si solo trabajamos usted y yo correríamos menos riesgo de ser descubiertos, pero nuestra vida se pondría en peligro.

− Holmes –interrumpí-, me queda una duda. ¿Sabe usted cuál puede ser la carga del Clipper?
− Opio, Watson –contestó con seriedad, sacando del armario dos revólveres y tendiéndome uno-. El mercado de China está saturado y copado por empresas que cuentan con la aprobación del gobierno británico. Su importación en el Reino Unido no es ilegal, pero estaría sujeta a muchos aranceles, que la hacen que no sea rentable. Un barco de esas características cargado hasta los topes inundaría la ciudad de Londres, y reportaría muchos beneficios a la organización. Además, ya sabe lo  que considero de esa sustancia. Es muy peligrosa.

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